GTD no es una solución simple ni fácil, aunque es cierto que ambos términos son plenamente subjetivos y depende su significado del mapa de cada persona. Me gusta siempre hacer mención a ello para que nadie se lleve a engaños, y para prevenir a los que piensen que comprándose los libros de David Allen o leyendo blogs sobre productividad y GTD (¡ojo, hay blogs de imprescindible lectura!) van a sufrir de manera inmediata una catarsis productiva inmediata. A mí me ha costado mucho esfuerzo y dedicación comprender e interiorizar esta nueva forma de relacionarme con mi entorno, y a la gente que conozco como usuarios de esta metodología tampoco les ha sido sencillo.
Para empezar, el Sr. Allen no nos lo pone fácil. Palabras como proyecto, planificación o acción para la mayoría de nosotros tienen otros significados diferentes a los que tienen realmente, de manera práctica, en GTD. Ello complica el que nos familiarecemos con la metodología al principio porque nuestra mente trata de adaptar lo que leemos a lo que conocemos y porque, en consecuencia y para avanzar con éxito, tenemos que desaprender conceptos que casi llevamos marcados a fuego desde que somos niños. No obstante, para no levantar alarmas ni barreras, este proceso de desaprendizaje no es tan complejo como parece (es más fruto de las constancia y de los hábitos que de cualquier otra cosa) y una vez interiorizados los nuevos significados ya no los perderemos, porque tal y como se definen en GTD tienen incluso más lógica para nuestra naturaleza.
Por si lo anterior no fuese suficiente, va el Sr. Allen y nos propone una metodología basada en hábitos y claro, para los que no los tienen es una faena porque cuesta adquirirlos. Estos hábitos van destinados a familiarizarse con el sistema y darle fiabilidad. Hábitos como la revisión semanal, el procesamiento diario o la recopilación constante, por ejemplo. Todos aportan cosas por separado pero si tienes todos, el resultado final es muy diferente ya que la globalidad del sistema es mayor y mejor que la suma de sus partes.
Normalmente queremos conseguir las cosas con el menor esfuerzo posible. Está en nuestra naturaleza porque de ese modo consumimos menos energía y nuestro metabolismo puede decelerar su actividad, su desgaste y, por tanto, su envejecimiento. Lo perfecto, lo ideal como holgazanes naturales que somos, sería que existiese una pastilla azul que al tomarla nos cambiase y transformase en personas eficaces preparadas para afrontar los retos de nuestra época. Pero GTD no es esa pastilla azul (ni creo que exista), y nos obliga a esforzarnos, cambiar y responsabilizarnos. Eso es precisamente una de sus virtudes, nos permite aprender por el camino de la transformación de manera que interiorizamos sus hábitos y comprensión de una manera más eficaz y sostenible en el tiempo.
Por tanto, si quieres un sistema que te permita conseguir tus objetivos de una manera sencilla y rápida no inviertas tu tiempo con GTD. Hazlo sólo si, de verdad, buscas un sistema que funcione.
Sin duda David, suscribo lo que comentas que no es un método simple. Las bases pueden ser más o menos simples, pero ponerlo todo en marcha y gestionarlo correctamente es otra cosa.
Yo he intentado aplicarlo en un par de ocasiones pero nunca lo consigo hacer bien, al final se me mezclan proyectos con fechas de entrega límite entre las cosas que hago. Y luego cuando me doy cuenta por la agenda de que es el último día para hacer algo me suele quedar más faena de la que podría hacer en un día, o bien requiere que desplace todo el resto. Un desastre lo reconozco…
En fin, nunca se sabe si algún día cogeré la rutina y el rigor necesario.
Muchas gracias por el artículo, me he sentido identificada y me ha parecido interesante comentar 🙂
Que pases un buen día,
Zaira.
Gracias por el comentario Zaira 😉
Por lo que comentas, te ocurre lo que nos ha ocurrido a todos: no es un problema de aprender el método, sino de desparender lo que ya hacemos. Para que GTD funcione debes usar GTD de manera ortodoxa. Es mi opinión, aunque sé que hay mucha gente que utiliza «híbridos» de GTD y dicen que les funciona. Para usar GTD tienes que «caerte del vago» varias veces, cometer errores, tener cierto estrés, volver a empezar,…, pero luego todo eso pasa 😉
Te animo a que sigas insistiendo y apostando por GTD, merece la pena.
Ya sabes donde estamos para cualquier cosa
Un abrazo