Hace unos días comenzó un espontáneo debate en la red sobre un concepto innovador en el ámbito de la gobernanza y la gestión de organizaciones: las redes productivas. Hasta el momento, este interesantísimo debate (y lo está siendo tanto por lo rico en conocimiento y aprendizaje, como por los diferentes puntos de vista que se están aportando) se está construyendo alrededor de José Miguel Bolivar, Amalio Rey (quién, con su post respuesta, empezó a generar la bola de nieve), Paz Garde, Antonio José Masiá y, con la humildad a flor de piel, un servidor.
La chispa la encendió José Miguel con un extraordinario post sobre sus reflexiones sobre las redes productivas, que daba continuidad a otro post de cabecera donde exponía las diferencias entre los conceptos de redes y equipos, de donde puedes deducir que las primeras han de ser, y coincido en que serán, el paradigma del presente y futuro de las organizaciones eficaces.
El post sobre redes productivas de José Miguel despertó a la bestia en Amalio Rey (si el propio Amalio me permite la expresión) y el campo de comentarios del post de Jose Miguel se le quedó en «stack-overflow»… demasiado pequeño para su inmensa curiosidad constructiva, demasiado pequeño para la conversación que el tema se merece y necesita, dando lugar a un post rico en contenido y reflexiones. Amalio, comienza su reflexión preguntándose la idoneidad del apellido productivas y sobre los elementos que realmente diferencian a una red (de conocimiento) de una verdadera red productiva. Algo de lo que José Miguel da buena cuenta y réplica en su último post.
Amalio habla también acerca de la tensión propia que una red productiva ha de tener al verse sujeta a la consecución de unos objetivos o resultados (en mi opinión, es eso precisamente lo que origina la propia formación de la red y su consecución la que la disuelve). Es algo en lo que coincido con él pues entiendo que una red, aún siendo un eficaz modelo de estructura para la consecución de resultados, no es un modelo exento de riesgos y debilidades. Es más, y esto es opinión propia, si el elemento «atómico» de una red es el nodo (la persona), el modelo se verá afectado por las propias debilidades y fortalezas de dichos nodos.
Otra de las reflexiones que comentaba Amalio hacía referencia a la potencial estructura que necesitaría una red productiva una vez el proyecto hubiese finalizado. Habla de una plataforma, de unas variables y de una gestión, supuestamene, necesarias. Mi experiencia por el momento me dice que, aún siendo posiblemente conveniente, no es necesario si el proceso de selección natural sobre los nodos de la red está maduro (igual me animo a hablar sobre ello en otro post… o no 😉 ). Lo que si que es cierto es que, a priori, en algún momento puede ser parecer posible y necesario estructurar y gestionar los tiempos fuera de proyecto de la red productiva. Aquí, la aportación de Antonio José Masiá en su post Sobre Redes Productivas y energía (genial su metáfora con el campo de la física y la energía) me da una pista de por dónde puede ir ese proceso natural de «aparición/desaparición» de la red productiva, transformándose convenientemente cuando el proyecto aparece y despareciendo cuando finaliza… y estando «simplemente» ahí en ese periodo de entreguerras.
Por último, Paz Garde continuaba tejiendo conversación en su blog, donde muestra las primeras luces sobre un concepto que, personalmente, me resulta novedoso y que me genera, aún por desconocimiento, cierto escepticismo (al igual, parece ser, que a Amalio): la decisión por consentimiento integrativo. Y lo cierto es que me genera escepticismo por la agilidad que dicho proceso pueda tener, o mejor dicho carecer, y en consecuencia afectar de manera negativa a un modelo que surge, el de las redes productivas, precisamente para dar respuesta ágil y eficaz a un paradigma en constante cambio. Reconozco que no he profundizado aún en el concepto y que estoy ansioso por leer ese post que nos ha prometido Paz (apuntado queda en la lista de Algún Día, jeje ), en el cual estoy convencido que va a volcar todo el interés y conocimiento que tiene sobre un tema que afecta directamente a las decisiones y comportamientos de grupos.
Es curioso, comencé el post con la idea de debatir conceptos específicos sobre el post de Jose Miguel pero, como esto va de fluir, me he dejado llevar por el entusiasmo de dar una visión desde una perspectiva global de esta magnifica oportunidad de conversación y aprendizaje (puro espíritu #redca). Quizás, en parte, porque como ocurre en una red productiva, el todo global es mucho más que la suma de las individualidades nodales.
Y después de todo lo que se está hablando sobre redes productivas en la red, ¿por qué no te animas a seguir conversando?. Lo puedes hacer aquí, en cualquiera de los post que cito a continuación o, lo que sería mejor, en el tuyo propio 😉
- 10 Diferencias entre Equipos y Redes Productivas, por José Miguel Bolivar
- 7 Reflexiones sobre Redes Productivas, por José Miguel Bolivar
- ¿Hablamos de “redes productivas”?, por Amalio Rey
- Tejiendo Conversación Sobre Redes Productivas, por Paz Garde
- Conversando en Red sobre Redes Productivas, por José Miguel Bolivar
- Sobre redes productivas y energía, por Antonio Jose Masía
Hola David. Me ha gustado mucho el «resumen enriquecido» que has hecho sobre lo conversado hasta ahora sobre el tema.
Algunas ideas que me han parecido particularmente interesantes. Creo que das con una de las claves para el mejor o peor funcionamiento de las redes productivas, que es la «calidad» de los nodos. Como sistema que es, el rendimiento de la red vendrá condicionado por el rendimiento de sus nodos y, en concreto, por el del nodo que menos «rinda», ya que actuará como freno del sistema. En este sentido, la selección de nodos, sea esta 100% natural o parcialmente asistida, se convierte en un paso clave y decisivo. Creo que uno de los papeles de verdadero valor añadido hacia donde se deberán reconvertir los profesionales de RRRH es precisamente hacia aquí. Apuntaba la idea hace años en un post sobre la «agricultura digital» y es algo que habrá que desarrollar. Creo que hay una serie de competencias fundamentales a la hora de conocer, evaluar y relacionar los valores individuales que pueden ofrecer las personas a la hora de combinarlas como nodos de una red. El propio proyecto puede actuar como filtro pero la participación activa de un catalizador aceleraría la reacción.
El otro punto que tocas y me parece importante es el de la diferencia entre nodo y red o entre elemento y sistema y en las diferencias de rendimiento que pueden obtenerse en un escenario u otro.
Un abrazo
Gracias José Miguel.
Realmente es una de las principales dudas que me surgen por el momento a la hora de hacer realidad una red productiva: la autogestión de la red. Porque para que una red sea 100% autogestionable (entendiéndose como tal el hecho de que cada nodo no necesite de nadie que le indique por dónde ir o cómo hacer), el 100% de sus nodos han de serlo. Y mi impresión, si hablamos de la aplicación a empresas y organizaciones, es que ese concepto de autogestión en las personas aún tiene «mucho recorrido» por decirlo en perspectiva positiva. Ahí, las áreas de RRHH podían (deberían) empezar a trabajar desde ya..
Si ese catalizador es un facilitador, lo veo bien, genial. Pero no podrá ser nunca un «fiscalizador» o un «líder tradicional» pues, entonces, se rompería el concepto de red. Como sabes, para mi el concepto de «compromiso» es el más complejo al que se van a enfrentar los nodos de una red productiva, más allá de otro tipo de competencias… porque me temo que las personas tienen (o tenemos) una idea poco real de lo que es compromiso.
Un abrazo