Porqué lo llamas urgente cuando quieres decir compromiso

Logo con la palabra UrgenteEste es el último post de la serie de tres entradas que tenía previsto escribir sobre el papel que juega el concepto de compromiso y su gestión cuando hablamos de productividad y eficacia personal. En el primero de ellos vimos como era necesario aprender a manejar de manera eficaz los compromisos que adquirimos consciente o inconscientemente, con nosotros y con nuestro entorno. En el segundo post, hablábamos sobre cómo debemos proceder para ejecutar esos compromisos de manera eficaz y vimos que no era, en el fondo, tan complicado. En este tercer post, que reconozco no tenía previsto escribir hasta que recordé una conversación que mantuve hace un tiempo con Antonio José Masía, vamos a destrozar el mito de las prioridades.
Para la mayoría de las personas el día a día sigue marcado y guiado por lo urgente y por lo prioritario. Gestionar en función de lo urgente o prioritario es un despropósito que solo puede añadir complejidad, estrés y frustración en la consecución de tus objetivos porque, generalmente, vas a estar haciendo las cosas urgentes y prioritarias de otros y para otros.
La prioridad es un concepto claramente subjetivo, de manera que lo que puede ser urgente para unos no lo sea para otros y, en consecuencia, se genera una disonancia entre las diferentes partes que intervienen en el proceso de relación productiva que sólo puede solucionarse con el establecimiento de una «ejecución mandatoria», impuesta desde los niveles superiores de la jerarquía organizacional con la frustración que ello genera para las diferentes partes.
Siempre que la relación con alguien se base, casi exclusivamente, en lo prioritario y urgente de sus acciones o peticiones, podemos identificar las siguientes líneas de mejora en su manera de proceder:

  • falta de perspectiva, a corto y a largo plazo.
  • ausencia de empatía o entendimiento del espacio productivo de la otra parte
  • diferencia o carencia de expectativas concretas de resultado
  • dejadez en la actuación, por diversas razones como falta de motivación, interés,…

Es cierto que en ocasiones las cosas surgen y ya está. No tengo nada que decir ante eso y en cierto modo es necesario que también haya espacio para ello, pero ese tipo de situaciones son comprensibles cuando son puntuales y no cuando son la norma. Si, en una organización, lo prioritario y urgente es la tónica general, puede ser una síntoma de que la organización está enferma y habría que ir al origen de las causas. Si, como persona, sientes que todo lo que haces es prioritario o urgente, o que tu vida personal o profesional se rige por esos parámetros, es hora de que empieces a escuchar con atención metodologías de productividad personal que puedan ayudarte a conocer que existen otras alternativas.
Lo que realmente te debería mover en la ejecución de tus actividades y acciones, así como en la consecución de tus proyectos y objetivos, es el compromiso que adquieres con las cosas. Por ejemplo, recibes la llamada de un cliente reclamándote con urgencia una valoración económica para un servicio. Suponemos que no es la primera vez que ocurre, de hecho es lo habitual, y como siempre te genera la duda de qué hacer. Entendiendo que la urgencia para tu cliente exista y sea real (recuerda que no deja de ser subjetiva) tienes, básicamente, tres decisiones posibles a tomar:

  1. No atiendes la «urgencia» y no haces nada
  2. Dejas lo que está haciendo y te pones a atender esa petición «urgente»
  3. Lo anotas para pensar después que quieres o que tienes que hacer con ello

Aunque no lo creas, cualquier decisión que vayas a tomar no lo vas a hacer en función de la urgencia o de la prioridad transmitida (lo que el cliente te dice), sino en función del compromiso que tienes o quieres adquirir con la situación. Si, por ejemplo, estás comprometido con algo como conseguir un buen nivel de satisfacción con tus clientes porque eso un área de responsabildad en tu trabajo, seguramente selecciones la segunda opción. Si tu cliente no te importa lo más mínimo, optarás por descartar su petición. O puede que no sea un cliente clave para ti y optes por aplazar la decisión de lo que vas a hacer.
En cualquier caso, lo que te mueve a la decisión sobre que acción vas a emprender no es la urgencia o prioridad, sino tu compromiso hacia la situación que lo origina o de la que forma parte. Por ello, deberías dejar de pensar y tomar decisiones en función de lo urgente o prioritario para tomar mayor consciencia de la naturaleza de los compromisos que adquieres y actuar en consecuencia. Deberías preguntarte porque lo llamamos «urgente» cuando queremos, en verdad, decir «compromiso».
 

2 comentarios en «Porqué lo llamas urgente cuando quieres decir compromiso»

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