Las organizaciones no entienden, a estas alturas, cómo ser verdaderamente productivas. Continúan dando palos de ciego, aferrándose a las últimas modas y tendencias para ser más eficientes sabiendo que no resolverán sus problemas.
Las organizaciones no entienden que las cosas no están cambiado, sino que ya han cambiado. Que el futuro para el que se quieren preparar, no es futuro sino presente. Que, si aún no han empezado a moverse, ya van tarde.
Las organizaciones no entienden que los procesos y la tecnología son importantes para su productividad, pero que hay algo más relevante y que tiene un impacto fundamental: la efectividad de las personas.
Las organizaciones no entienden que el management ha cambiado, que la gestión y la dirección de personas debe hacerse de una manera muy diferente a cómo se hacía antes.
Las organizaciones no entienden que hay que implementar estructuras que fomenten la responsabilidad de las personas, porque sólo así podrán desarrollar la autonomía y la autogestión que es necesaria en el trabajo del conocimiento.
Las organizaciones no entienden que las personas han de comprometerse de manera genuina con su trabajo porque sólo mediante el verdadero compromiso se alcanzan resultados. Además la organización no podrá nunca gestionar ese compromiso porque comprometerse, o no, es algo que únicamente incumbe a las personas.
Las organizaciones no entienden que por mucho que busquen captar y retener el talento, que por mucho que implanten estrategias de comunicación 2.0 o por mucho que sigan definiendo al líder perfecto, que no existe, primero han de saber y entender qué es el trabajo del conocimiento.
Las organizaciones no entienden que el valor del trabajo de las personas no depende del número de horas que están presentes en la oficina, sino de su capacidad para aprender, pensar y tomar decisiones. En definitiva, de cómo apliquen su conocimiento para obtener resultados independientemente de dónde lo hagan.
Las organizaciones no entienden que las personas necesitan nuevas competencias para afrontar una nueva realidad. Las soluciones del pasado son inútiles en el presente.
Las organizaciones no entienden que han de innovar, ser valientes y aproximarse a lo desconocido, porque lo desconocido puede ser sinónimo de oportunidad. Se trata, en definitiva de entender qué hay que cambiar y cómo cambiarlo.
Las organizaciones no entienden que para ser productivas, necesitan que las personas que trabajan en ellas sean efectivas y sean felices. Porque las personas, en el trabajo del conocimiento, no necesitan productividad sino efectividad.
Y, al final de todo, me pregunto, ¿qué podemos hacer para que las organizaciones lo entiendan?.
Magnificas reflexiones sobre las necesidades de las organizaciones David.
Tras ellas, yo me pregunto, ¿Quienes son las organizaciones? Porque al final las organizaciones las forman personas, y las que cambian son las personas.
¿Como, y de que manera hemos de llegar a las personas de las organizaciones para que estas cambien?
Detrás de las personas jurídicas (las organizaciones) hay un responsable, o varios, que son personas físicas.
¿Cuales son las personas físicas responsables del desentendimiento?
Bueno Cruz, son preguntas en las que encontrar una respuesta correcta no es fácil. 😉
Para empezar, las organizaciones no son personas sino sistemas complejos formados por tangibles (sistemas, estructuras,…) e intangibles (personas, cultura,…). Las organizaciones pueden cambiar, como bien dices, si lo hacen las personas que las forman. Serán, al final, éstas las que catalicen el resto de cambios que se deben llevar a cabo sobre los procesos, las tecnologías y las estructuras. Para que las organizaciones cambien (mejoren su productividad), el que cambien sólo las personas no es suficiente (aunque es el primer paso).
¿Quienes son los responsables de desentenderse?. Es complicado saber, pero siempre hay que analizar la actitud de los managers, principalmente de los managers de más alto nivel en la jerarquía (CEO, Dirección,…). Cualquier cambio debe venir impulsado y avalado desde ahí, de lo contrario quedará reducido a un «micro» cambio, con los riesgos que ello supone. Mención especial deben tomar los responsables de Recursos Humanos, quienes debe de ocupar una posición de liderazgo genuino y valiente en ayudar a las personas a ser y dar lo mejor de ellas mismas. En este punto, queda mucho hacer.
¡Un abrazo!