Es posible que algunas de las tareas que te has comprometido a hacer lleven en tus listas mucho tiempo. Más del que te gustaría.
Tareas que procrastinas una y otra vez, semana tras semana. ¿Te suena?. A mí sí porque, a veces, yo también lo hago…
En ocasiones, esas tareas suelen poco motivadoras, complicadas, de mucha duración… Todas tienen algo en común: tu cerebro las identifica como tareas que no podrá terminar y tachar, así que las deja para otro momento, eligiendo otras acciones que sí puede empezar y terminar.
Un ejemplo de este tipo de tareas puede ser “escribir el informe con toda la actividad comercial del año”. Seguro que si echas un vistazo a tus listas, tienes algún ejemplo más. ¿Te animas a compartirlo? 😉
Cuando te encuentres con una de estas tareas, la buena práctica es dividirla en acciones más pequeñas del tamaño adecuado para poder empezarlas y terminarlas de una vez.
Dividir tareas extensas, complejas o poco motivadoras en acciones más pequeñas ayudará a ponerle las cosas más fácil a tu cerebro para elegirlas y poder avanzar. A tu cerebro le gustan las cosas sencillas.
En lugar de “escribir el informe con toda la actividad comercial del año”, prueba con “hacer un esquema del informe de toda la actividad comercial del año”. Cuanto termines esta acción, podrás ponerte con la siguiente: “escribir X páginas del informe de cierre de año”. Cuando termines esas X páginas, te podrás poner con las siguientes… Y así, poco a poco, lograrás tener escrito el informe.
Si tienes tareas que semana tras semana siguen en tus listas, es posible que la causa sea que tu cerebro las identifica como tareas que no podrá terminar. Si es así, prueba a dividirlas en acciones de un tamaño adecuado y más concretas. Así, seguro que avanzarás.
