Mejorar la productividad personal en el siglo XXI

Muchas personas viven con la necesidad de mejorar la productividad personal con la intención de hacer más cosas y poder llegar a todo.

En términos generales, se asocia el término productividad con la capacidad de hacer más cosas: a ver si hago esto, si hago aquello, si me da tiempo a tal cosa y luego la otra,… Se tiene la creencia de que si haces mucho eres muy productivo, y si haces poco…

Este enfoque de mejorar la productividad tiene riesgos importantes para las personas, además de ser completamente inútil a día de hoy.

Hay riesgos relacionados con la salud. Si tu no lo has vivido, puede que conozcas a alguien que sí. Problemas como insomnio, estrés, tensión arterial elevada, mal humor, …, suelen aparecer cuando queremos llegar a todo y no podemos.

Otro riesgo es que esa obsesión por hacer más cosas de las que puedes tampoco te ayuda a pensar, algo imprescindible a día de hoy. Tu cabeza está completamente desbordada de asuntos, tareas, preocupaciones,… No te queda espacio mental para pensar con claridad.

También es posible que pueda aparecer un sentimiento de culpa y que pongas en duda tu capacidad por no poder llegar a todo. Es otras palabras, altos niveles de frustración.

Para evitar todo lo anterior, tendrás el impulso de buscar trucos rápidos en Internet, aplicaciones de móvil que resuelvan tu vida de forma «maravillosa», calendarios, técnicas de gestión del tiempo,… Lo querrás todo con la esperanza de gracias a ese arsenal la situación cambie.

¿Mejorar la productividad?. Estás en el siglo XXI

La sociedad en general, y muchas personas en particular, siguen aplicando erróneamente el término productividad. Quiero pensar que lo hacen por ignorancia y no por maldad (ya estoy aplicando principios estoicos) 😉

La productividad es un concepto asociado a la Revolución Industrial, donde el rendimiento del trabajo se medía en función del número de elementos producidos en un tiempo determinado.

En este escenario, era muy sencillo medir la productividad de las personas e identificar si se tenía que mejorar o no. Mayor número de elementos implicaba una persona más productiva. Menor número, menos productiva.

Las cosas cambiaron… hace tiempo

Hace varias décadas, en torno a mediados del siglo pasado, parte del trabajo que realizaba la mayoría de la gente comenzó a volverse menos evidente.

En lugar de trabajar en líneas de producción, las personas tuvieron que comenzar cambiar su actividad, bien porque parte de su actividad anterior pasó a hacerla una máquina o bien por la evolución del propio trabajo.

Tuvieron que empezar a escribir, analizar, definir estrategias, pensar soluciones, resolver problemas, diseñar creativamente,… Pasaron de lo tangible a lo intangible.

Lo que antes era responsabilidad de unas pocas personas en la organización (dueños, directivos y mandos), comenzó a extenderse hacia buena parte del resto de los trabajadores.

Lo abstracto de estas actividades obligaba, entre otras cosas, a tener que definir la tarea qué había que hacer para pasar de lo no evidente a lo concreto. El trabajo del conocimiento empezaba a tomar relevancia.

Entonces, las organizaciones se vieron en la necesidad de continuar midiendo la productividad de sus trabajadores pero se encontraron con el problema de no saber cómo hacerlo.

O quizás simplemente creyeron que no había nada que cambiar, así que decidieron seguir haciéndolo como lo hacían hasta ahora y de la única forma en la que sabían: en función de los elementos fabricados y del tiempo empleado.

Y este enfoque ha llegado hasta nuestros días. En la sociedad y en el trabajo del conocimiento se sigue pensando en términos de productividad personal.

Pero, ¿cómo medir el número de «cosas» intangibles y abstractas?

¿Es útil la información que proporciona medir la «cantidad de cosas» que se hacen (emails, llamadas, reuniones, informes, tiempo en la oficina, …) para saber el valor que aporta una persona?

Medir la «cantidad de cosas» que se hacen es completamente inútil en el trabajo del conocimiento. Lo verdaderamente diferencial es buscar la aportación de valor. Es necesario hablar de efectividad personal.

La solución

En mi experiencia, si tienes la creencia de que para ser mejor tienes que hacer más, más, y más, es momento de que parar y reflexionar. ¿Dónde está el límite? ¿Hasta donde podrás aguantar?

Tampoco es cuestión de encontrar herramientas, aplicaciones, programas informáticos o soluciones «mágicas». Pueden ayudar, pero no son la solución por sí mismas.

Lo que realmente puedes hacer, y además solo depende de ti, es cambiar tus comportamientos y tus creencias respecto a la realidad de tu trabajo profesional y personal.

Ya te adelanto que lleva tiempo y te va a suponer momentos «retadores». Pero es el único camino. que conozco.

Puedes invertir tiempo en descubrir por tu cuenta qué te funciona. Es un proceso de autoaprendizaje y descubrimiento muy revelador, aunque te puede llevar más tiempo del que te gustaría.

También puedes empezar por algo que funciona, que puede aprender cualquier persona y que está avalado por la ciencia cognitiva.

En mi búsqueda por mejorar la productividad personal estuve perdido durante años buscando sistemas, aplicaciones, trucos… Hasta que me encontré con GTD®.

Desde entonces, con mis caídas y subidas, es lo único que me ha ayudado a mejorar mi efectividad personal de forma sostenible. A mi, y a millones de personas en todo el mundo.

Porque GTD® te facilita los hábitos y comportamientos para mejorar tu efectividad personal en el trabajo del conocimiento, para que dejes de trabajar como una máquina y puedas trabajar como una persona. Bienvenidos al siglo XXI.

Y tú, ¿trabajas como una máquina o como una persona?

1 comentario en «Mejorar la productividad personal en el siglo XXI»

  1. ¡Buenas! Aquí Jaír, de EfectiVida

    Excelente David. Me ha encantado tu explicación sobre lo que es productividad, y la diferencia con las necesidades actuales. Yo también prefiero la palabra efectividad, y, de hecho, en el artículo destacado de mi web (https://efectivida.es/efectividad/que-es-efectividad/), comento algo parecido a lo que has dicho tú.

    Sin embargo, hay una apreciación que sí me gustaría hacer (con permiso).

    Desgraciadamente (o por suerte, dependiendo de cómo se vea), en Google hay una cosa que se llama “intención de búsqueda”.

    Si haces una búsqueda en google que ponga “curso de organización personal”, verás que aparecen páginas relacionadas con organización de eventos.
    Y si haces una búsqueda con el texto “curso de efectividad personal” saldrán webs sobre coaching, mezcladas con habilidades, comunicación…
    Sin embargo, es solo cuando buscas “curso de productividad personal”, cuando aparece información para ahorrar tiempo.

    Así que la diferencia entre palabras pasa a ser una cuestión semántica. Google, que es muy muy listo, entiende que, cuando la gente habla de productividad personal, se refieren a ganar tiempo, y no solo a producir más.

    ¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues que una cosa es lo que dice el diccionario, otra lo que realmente significa un concepto, y otra cosa muy distinta, lo que la gente entiende y usa.

    Estoy totalmente de acuerdo en que la productividad y la efectividad son dos cosas distintas, y creo que poco a poco, con esfuerzo, se irá entendiendo y aceptando. Mientras tanto, creo que es bueno tener en cuenta el factor semántico. A veces, simplemente, la gente usa la palabra productividad cuando quieren decir efectividad. No es que no entiendan que producir más no es la clave. El problema es que no han transformado su lenguaje. Tener en cuenta esto, quizá pueda ayudar a llegar a muchas personas que están buscando la efectividad.

    ¿Cómo lo ves? ¿Estoy muy desacertado?
    Gracias de nuevo por tus artículos. Los disfruto mucho.
    Saludos desde Las Palmas!

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